En estos tiempos que estamos viviendo, llenos de cambios e incertidumbres en el sistema educativo, los autores nos proponen una pedagogía interrogativa.
En la primera parte del libro reclaman más dedicación, creatividad y profesionalidad para la educación de los niños y adolescentes del siglo XXI, fundamentando su solicitud de cambiar realmente Edmundo que nos rodea.
Bien es cierto, que con los tiempos que corren, podríamos pensar en cambiar la pedagogía actual hecha de respuestas por una pedagogía llena de interrogantes. La heterogeneidad, la diversidad de intereses, culturas y actitudes, es el desafío al que nos enfrentamos. Los modelos que funcionaban hace diez años no dan respuesta a la problemática actual y eso trae, a veces, desmotivación y pasividad. Los autores proponen, como fin del trabajo docente desarrollar la curiosidad y la duda en el alumnado frente al miedo al cambio y a la incomodidad.
Invitan, además, a reflexionar sobre una actividad que hoy en día están llevando a cabo, formulando así mismo varias interrogantes: ¿somos los educadores unos profesionales vistos como una referencia para la sociedad? ¿Estamos presentes en foros de opinión pública?
La conclusión es que, por un lado, no sabemos vendernos, y por otra, que estamos perdiendo la posibilidad de ser más respetados por la sociedad en su conjunto.
Un modelo de referencia para ellos es la Generación del 98 y la Institución Libre de Enseñanza. Hombres y mujeres apasionados por la enseñanza, que tienen la firme convicción y confianza de que gracias a la educación, el individuo puede mejorar como ser humano y también como miembro de un colectivo. Generación que además apuesta claramente por la investigación.
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